Luego de los descubrimientos que han permitido utilizar los
conocimientos genéticos para crear nuevos tratamientos, la medicina cambió para
siempre. Entre las últimas innovaciones está la utilización de biomarcadores,
los cuales permiten saber si un paciente va a responder o no a una determinada
terapia.
El Dr. Gustavo Jankilevitch, investigador clínico, Jefe de
Oncología del Hospital “Carlos G. Durand” de Buenos Aires, Argentina, plantea
que la medicina molecular dejó de ser un tema de ciencia ficción. “Los
biomarcadores están en pleno desarrollo y si se utilizan en forma adecuada,
basados en la evidencia científica, van a permitir diseñar tratamientos a la
medida de cada paciente, lo cual es especialmente útil en enfermedades crónicas
como el cáncer metastásico de colon y recto, que está entre la tercera y quinta
causa de muerte en América Latina”.
Un biomarcador puede ser una situación específica de nuestro
organismo o un gen que determina si un medicamento será efectivo o no, por lo
tanto, permite un diagnóstico individualizado.
El Dr. Jankilevicth explicó que, por ejemplo, un biomarcador
conocido desde hace tiempo es el estado clínico del paciente. “Está demostrado
que si a un individuo se le administra un fármaco antiangiogénico conocido como
bevacizumab y por causa de éste desarrolla hipertensión arterial, quiere decir
que va a tener una mayor respuesta y más sobrevida que aquel que al recibir ese
tratamiento no presenta hipertensión arterial”.
La aparición de hipertensión arterial, mencionada por este
experto, como biomarcador clínico, se puede controlar con terapia, sin afectar
la respuesta positiva del paciente al tratamiento anti-cancerígeno.
Pero cuando la genética interviene, no sólo al servicio del
conocimiento, sino del manejo terapéutico, entonces la ciencia ficción se
convierte en una realidad esperanzadora. Los biomarcadores a nivel molecular se
están utilizando desde hace un tiempo en linfomas y cáncer de mama; uno de los
más conocidos en el cáncer metastásico de colon y recto, es el gen k-ras. El
Dr. Jankilevitch planteó que el k-ras es como una estación de peaje que permite
a la célula crecer, multiplicarse y sobrevivir en un medio adverso, y puede
estar mutado o no mutado (wild type).
“Hasta hace un año sólo se sabía que si
el k-ras era no mutado el paciente tenía mayores oportunidades de responder al
tratamiento que si era mutado. Sin embargo, recientemente se han descubierto
otras estaciones de peaje y se está definiendo su utilidad clínica, por lo que
estamos reorganizando toda la información respecto a qué pacientes pueden o no
responder a cuáles tratamientos, ya no sólo gracias a los biomarcadores clínicos,
sino a los moleculares”.
Sin embargo, hay fármacos que igual han demostrado ser
efectivos sin importar el tipo de biomarcador del paciente, por ejemplo,
bevacizumab ha reportado respuesta positiva en casos de k-ras mutado y wild
type, aseguró el doctor.
En cáncer de colon, estas innovaciones representan un
despertar, pues en casi 200 años solamente existió la cirugía, en algunos
casos, radioterapia y quimioterapia, pero con resultados pobres. “Hoy podemos
predecir qué fármaco va a ser efectivo y con qué nivel de toxicidad,
dependiendo del tipo de biomarcadores que tenga cada paciente”, aseveró Jankilevitch.
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